domingo, 27 de octubre de 2013

Último paso: Embotellar un sueño.

Llegó el momento, hay que embotellar nuestro vino. El primer fruto de la aventura
emprendida hace años.
Porque aunque a la vista de muchos, parezca que esta aventura, proyecto o iniciativa
emprendedora se inició alrededor de septiembre de 2012, en realidad lleva mucho más
tiempo gestándose.
Desde que en el mítico bar "Benidorm" de Aluche, dos jóvenes hiciesen números en una
servilleta de papel para hacer su propio vino, hasta lo que hoy toma forma en casi mil
botellas de sueños, esfuerzos e ilusiones, ... han pasado muchas cosas. Cosas que al final
han hecho que estemos aquí, precisamente ahora, justo de esta manera, con esta
propuesta para lanzar al mundo.
Pero bueno, vayamos a lo que importa. Habíamos dejado nuestro vino clarificado y
limpio, listo para poder embotellarlo.
Tras las catas pertinentes,... ¿Cómo se hacen esas catas para decidir qué vino vas a
embotellar, qué proporción de cada uno?
Pues muy sencillo. Se toman muestras de los vinos y se mezclan en distintas
proporciones en una copa (siempre midiendo con cierta exactitud para luego saber qué
cantidades de cada vino hay que mezclar). Y se prueba, una y otra vez hasta dar con el que quieres, o el que más te gusta.
Eso hicimos. Aunque todos los coupages (así se llama a las mezclas de vino) nos
gustaron bastante, al final decidimos realizar la mezcla a razón de 65 % / 35%.
 
Así que fijamos una jornada para realizar el embotellado, hablamos con la gente oportuna y comenzamos el día "D" realizando el coupage, cargando nuestro vino en el pequeño contendor, para transportarlo a la bodega que habría de hacer que nuestros caldos estuviesen embotellados.
Ese viaje, desde nuestra pequeña fortaleza hasta la bodega fue uno de los más
ilusionantes que recuerdo en mucho tiempo. No hubo demasiada conversación en todo el día, creo recordar; pero se palpaba en el ambiente que estábamos haciendo algo importante.
Y llegados a la bodega, pues a comenzar el circo. Nuestro vino al depósito que alimenta
la embotelladora, las botellas listas, los corchos también,...
Una tras otra fueron saliendo esas botellas con nuestro vino.
Alguna sale defectuosa, sin tapón, no llena del todo,... (de mil botellas, cuatro mal es algo tolerable y habitual, no os asustéis); la cogemos, catamos,.... No sabemos qué decir. Es una sensación extraña. No es el vino que mil veces hemos catado en nuestra bodega. Está bien, pero es distinto.
 
Con el tiempo y la paciencia, estas botellas han ido dando al vino un toque de redondez
que hace que ahora volvamos a reconocer nuestro vino en cada copa que servimos.
Ya tenemos la añada 2012 hecha.
 
Señores, pasen y caten 

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